Donald Trump mantiene revuelta a la Casa Blanca

La Habana, Cuba. – En la historia más reciente de Estados Unidos, nunca un presidente había cometido tantos desaguisados en apenas un año de mandato.

Donald Trump, que mañana cumple sus primeros doce meses en la Casa Blanca, acumula un largo rosario de disparates no solo en Twitter, la red social donde escribió este año más de 2 mil 300 veces, según contabilizó la prensa norteamericana.

Las amenazas a Corea Democrática e Irán, el desprecio por los países pobres, el deseo de mudar la embajada norteamericana a Jerusalén y la campaña anti emigrante son algunos de los focos rojos de la alocada política exterior del magnate devenido político y adicto a las hamburguesas y la Coca Cola.

En el plano doméstico, trató sin éxito de desmontar el plan sanitario vigente y está enredado con el programa que evita la deportación de los emigrantes llegados de manera irregular siendo niños, los llamados drimers.

Parecía, pero no fue

Después de coquetear años atrás con la idea de hacer alguna inversión hotelera en Cuba, parecía que Donald Trump, en la relación con La Habana, pondría por delante los intereses comerciales.

Sin embargo, la llegada del magnate a la Casa Blanca ha significado todo lo contrario, pues este año se doblegó a los deseos de la más rancia ultraderecha anticubana, ahora reciclada en la imagen joven del senador Marco Rubio.

Ha habido un retroceso en los lazos diplomáticos que, de mutuo acuerdo con el gobierno cubano, restableció la administración Obama y lo que es peor, lejos de aflojar, el bloqueo se ha recrudecido.

Pero que nadie se confunda. Trump no es un loco, aunque lo parezca. Es apenas la expresión pública de un pensamiento político de ultraderecha, que colinda con el neofascismo y se ha colado en la Casa Blanca