La Habana, Cuba. – En cinco días Donald Trump  abandonará la Casa Blanca. Termina así un mandato que cierra con el cuarto proceso de destitución contra un presidente de la historia de Estados Unidos y el segundo contra el propio Trump.  

Más allá del resultado del llamado impichment, el díscolo magnate dejará el poder por la puerta trasera y sin siquiera asistir el próximo miércoles a la asunción de Joe Biden.

Acusado de incitación a la insurrección, su hoja de vida quedará marcada a fuego, luego del asalto al Capitolio por una turba de trumpistas, escenificado la semana anterior. Vergonzoso final para quien se creía por encima de todo y de todos, y además esperaba estar otros cuatro años en el Despacho Oval.

El cierre de la Administración Trump evidencia, además, una fractura entre los republicanos que ahora lo miran con ojeriza.

Un político aislado

El aislamiento político de Donald Trump se evidenció en la Cámara de Representantes cuando se votó por el inicio del proceso de destitución. 

Diez congresistas republicanos estuvieron a favor de la deposición, una cifra inusitada luego de que el Partido siempre cerrara filas alrededor del mandatario saliente. Incluso, el anterior intento de impichment fracasó al contar solo con los votos de los demócratas y la cerrada oposición de sus rivales.

Pero todo ha cambiado, y es lógico que algo así pasara, luego del fracaso de Trump, que perdió la presidencia y provocó, además, que los republicanos pasaran a ser minoría en las dos Cámaras del Congreso, algo que hacía años que no ocurría.

Es fácil entender que después de cuatro años de culto partidista, ahora muchos le huyen, porque Donald Trump pasó a ser un político tóxico.