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La Habana, Cuba. – Finalmente se ha conocido la misión que fue a cumplir a Panamá el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, en su rápida visita del miércoles.

Un comunicado suscrito en presencia del presidente istmeño, José Raúl Mulino, autorizó incrementar la presencia de soldados estadounidenses en bases militares panameñas… que antes fueron de Estados Unidos.

Llama la atención que el acuerdo se divulgara luego del regreso a su país del jefe del Pentágono; y que Donald Trump proclamara, con tono triunfante, que «hemos recuperado muchas zonas que antes no teníamos».

La Cancillería panameña aclaró que la presencia militar estadounidense es temporal, y que se trata de la posibilidad de realizar ejercicios conjuntos. Pero el acuerdo parece demasiado serio para que se diera a conocer primero desde la Casa Blanca. Obviamente, el Gobierno panameño sigue siendo presionado por Trump.

Peligrosas concesiones

La devolución del Canal a Panamá se consiguió tras décadas de lucha de los istmeños y gracias a los Tratados Torrijos-Carter, que se cumplieron paulatinamente hasta el año 2000, cuando salió el último marine y la Oficina de Control del Canal pasó enteramente a manos panameñas.

Desde su regreso, Trump insiste en «recuperar» una vía que no es de Estados Unidos. Por esos motivos, acceder a la presencia de más militares de ese país en lo que fue «la Zona del Canal», significa un retroceso, y un peligro. Washington irá por más.

El Gobierno panameño ya cedió rehusando su participación en las iniciativas chinas de la Franja y la Ruta de la Seda, y se habla del retiro de la empresa hongkonesa que operaba en dos puertos istmeños.

La guerra de Trump es contra Beijing. Pero Washington no desaprovechará chance para dominar lo que fue su «patio trasero».