Contra la Venezuela Bolivariana queda poco por aplicar del arsenal subversivo utilizado en una guerra que arreció después de la muerte de Chávez.

Incluso, para ilustrar la ferocidad de ese embate, hay quien sostiene que no fue natural la desaparición del carismático líder, pero ese no es el tema de este comentario. Guerra mediática, juego sucio económico, presiones internacionales y la OEA como punta de lanza, constituyen algunas de las armas con las que la derecha continental trata de desbancar al chavismo, sabedora de la importancia estratégica de Venezuela.

Además de modificar una vieja estructura de poder oligárquico, el pecado original de la Revolución Bolivariana es su potencial económico para sostener un ambicioso proyecto integracionista como el ALBA, basado en la complementación y dirigido a beneficiar a los más desposeídos.

Evitar que crezca el ejemplo

La Venezuela chavista es heredera directa de la tradición antimperialista que cimentó el triunfo de la Revolución Cubana. Eso es algo que tampoco pueden perdonarle porque saben que lo más grave es el ejemplo. Roma nunca tuvo compasión contra quienes levantaron la cabeza y la historia ahora es esencialmente similar.

La OEA, que siempre ha tenido la brújula apuntada hacia el Norte, ha pasado a ser un instrumento más en la guerra contra el chavismo como antes hizo con la Revolución Cubana. Es un viejo guión que ahora se repite pero con el secretario general, Luis Almagro, como pretendido actor principal.

Nada es nuevo y todo es nuevo, porque el contexto es diferente, pero las intenciones son las mismas: evitar que en América Latina prosperen acción y pensamiento revolucionarios. Por eso hoy se ataca a Venezuela.