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La Habana, Cuba. – La anunciada visita del presidente ruso, Vladimir Putin, a China, ampliará la cooperación de dos naciones que lideran el contrapeso a Occidente, y conforman la locomotora que tira de las preteridas naciones del Sur global.

No se trata solo del intercambio comercial bilateral, que alcanzó casi los 245 mil millones de dólares al cierre del año 2024, y ha estimulado el uso de las monedas respectivas para eludir las sanciones de Estados Unidos, con lo que pierde presencia el dólar.

Además, se trata de la amplitud de esa colaboración, basada en el carácter geoestratégico que ambos países otorgan a sus relaciones.

Este miércoles, por ejemplo, se reportó la participación por primera vez de submarinos diésel-eléctricos de las Armadas respectivas en el quinto patrullaje conjunto en la región de Asia-Pacífico, ejercicio que se inició luego de maniobras conjuntas.

Mentiras de Occidente

Aunque se sabe que el propósito de la alianza ruso-china es la cooperación y la necesaria defensa común frente a un enemigo poderoso como lo han sido Estados Unidos y Europa, el Viejo Continente manipula la fuerza de Rusia para justificar el impulso a su carrera armamentística, y aumentar los gastos en defensa.

Putin ha reiterado que Moscú no tiene intenciones de atacar a ningún país de Europa. Pero la derrota de esta en el deseo de golpear a Rusia mediante el conflicto con Ucrania, ha sido frustrante para ella.

De otro lado, el desarrollo industrial de China y su expansión comercial, le preocupa tanto a Europa como a Estados Unidos.

El titular de la OTAN, Marck Rutte, ha vuelto a declarar que Moscú es una amenaza, y que Europa debe aumentar su producción de armamentos. Pero ello es solo una justificación que seguirá golpeando los bolsillos de los ciudadanos europeos. Ellos pagan.