La Habana, Cuba. – Acostumbrada a gestionar crisis durante varias décadas, la nación tiene ahora el reto de hallar el rumbo del desarrollo endógeno. Durante muchos años, por efecto del implacable bloqueo y también de nuestras propias deficiencias, el país no ha podido cumplir sus aspiraciones económicas, e incluso sociales.
Problemas largamente irresueltos lastraron el curso de un proyecto que ha tenido que ir a contracorriente de casi todo el mundo.
Durante estos años, vilipendiada, traicionada, pero también admirada y respetada, con el Parlamento en la trinchera como quería Cintio Vitier, la Revolución Cubana se empeñó en un ejercicio de resistencia casi numantina que aún con las velas rotas permitió enfrentar todos los vendavales.
Resistir ha sido la palabra de orden, y la supervivencia, la consigna cotidiana de un país que cerró filas alrededor de un inédito proyecto.
Adelantar camino
Tras el 8vo. Congreso del Partido flota sobre la sociedad la decisión gubernamental de pasar de la resistencia al desarrollo.
Claro que no será un camino fácil porque hay obstáculos colosales a los que habrá que bordear cuando no se puedan saltar, y también, como avisó Silvio Rodríguez, habrá sillas que inviten a sentarse.
El país esta urgido de avanzar, de caminar por su propia senda sin hacer concesiones, ni negar realidades, con la brújula puesta en un horizonte de prosperidad que parece alejarse a cada rato, pero al que hay que llegar Sí o Sí.
Hace cuatro años y medio, en las honras fúnebres de Fidel, Raúl Castro afirmó que se puede resistir, sobrevivir y desarrollarnos sin renunciar a nuestros principios y a los ideales del Socialismo, una máxima que el presidente Díaz-Canel ha hecho suya y ha puesto como estandarte del accionar gubernamental.