La Habana, Cuba. – Dueñas de los detalles y las virtudes, del amor y del ejemplo, las madres -como las abuelas- merecen respeto y amor, y aun así no alcanzamos a pagarle tantos desvelos. Vale pues, en su día, la congratulación a quienes, con las mismas manos de tejernos abrigos y sueños, caricias y noches de insomnio, de acompañarnos con la mente y el corazón dondequiera que vayamos, construyen y crean recordándonos que madre y patria son un todo.

De hecho, las madres están presentes en los retos que la existencia y el futuro nos deparan, demostrando que la maternidad es obra, amor y regazo amparador, pero también luchas, anhelos, frustraciones, juegos, mimos, seguridad.

El sentimiento materno anda por todos los caminos, a la par de sus virtudes. Por eso, no bastan las hojas del calendario para demostrarles nuestro cariño.

Amor de madre

Este domingo, Día de las Madres, muchos lo aprovechan para llevarles un ramo de flores, un obsequio cualquiera o un beso presuroso amparado en la premura y el amor sabido.

Pero… cuánto dieran ellas por una caricia y una frase especial siempre a mano, dadas con los ojos del corazón y la reverencia de un “te amo, mamá”. Palabra que aprendimos a balbucear sobre cualquiera otra. Por eso, no olvidamos que lo que somos hoy está cimentado por la educación y el amor, los consejos y ejemplos de la que nos dio la vida.

Y la llamamos una y otra vez, porque la sola pronunciación de esas dos silabas, Mamá, basta para sentirnos resguardados, haciéndonos saber que vela por sus hijos y, sin importarle la edad, brindarnos sus letanías, regaños y cuidados. Sobreprotectoras a veces, pero con ese amor que solo una madre sabe ofrecer.