Ciertamente, los sectores hegemonistas y reaccionarios se han especializado durante decenios en suplantar las realidades por visiones fabricadas y proyectadas por sus políticas oficiales y sus nada desestimables medios informativos.

Así, un destacado patriota o simplemente un nacionalista pueden convertirse para el criterio de muchos en matones y enemigos públicos.

Un gobierno que se respete, puede ser transformado a los ojos y las entendederas de los ciudadanos en un monstruo y un peligroso enemigo que debe ser destruido, y un proceso social progresista resultar trasmutado ante la consideración de la gente en un experimento macabro, ineficiente, y hosco.

Mientras, los crímenes y barbaridades propias, que son muchas, se venden como acciones defensivas o justas, y las inequidades, exclusiones y prácticas opresivas, como actos valerosos y salvadores.

De las listas

Y entre las muchas tácticas diversionistas de la reacción internacional está la confección de listas unilaterales para condenar a países hostiles por los más diversos crímenes.

Así, por ejemplo, históricamente numerosas naciones, entre las que no podía faltar Cuba, han sido fichadas como violadoras de los derechos humanos y proclives a no colaborar en la lucha contra el terrorismo, cuando los tan imparciales jueces y muchos de sus aliados no hacen otra cosa que practicar a diario semejantes dislates.

¿Acaso Colombia, donde desde hace semanas se mata a la ciudadanía por la fuerza pública está en otra galaxia para Washington a la hora de su particular defensa de las prerrogativas ciudadanas? ¿Fueron o no la Casa Blanca y sus socios quienes auparon a Al Qaeda y al tenebroso Estado Islámico?