La Habana, Cuba. – Las multitudes que respondieron al llamado de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum para verse este domingo en el Zócalo capitalino, demostraron otra vez su poder de convocatoria, y le dieron nuevo aliento para mantener el pulso diplomático con su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump.
Su estrategia a favor del diálogo, tratando de satisfacer las demandas de Trump sin permitir agresiones a la soberanía mexicana, hasta ahora ha sido exitosa.
El jefe de la Casa Blanca pospuso otro mes la entrada en vigor del incremento de aranceles anunciado para los productos mexicanos. La decisión selló otro diálogo telefónico entre ambos, tras lo cual también se conoció que México desplegará otros 10 mil efectivos en la frontera para seguir enfrentando el tráfico de fentanilo, de cuya entrada a Estados Unidos se queja Trump.
Tejiendo fino
Al menos cuatro de la 40 de decretos firmados por Trump al retornar al poder, tienen que ver con México. Las deportaciones, la militarización de la frontera, la declaración de terroristas a los cárteles del narcotráfico, y el pretendido cambio de nombre al Golfo de México por Golfo de América, han sido un bombardeo incesante de Washington que amenaza a su vecino sureño.
Pero, en constante y sonante, quizá la más peligrosa de las medidas sea el aumento de los aranceles. Aceptarlos sin darles similar respuesta, sería imposible para la dignidad de México.
Reciprocarlos será una guerra comercial que perjudique a Washington pero también a México, que envía al país del Norte, el 80 por ciento de sus exportaciones. Ello ha obligado a Claudia Sheinbaum a una búsqueda de equilibrio de la que ha salido exitosa. Pero el pulso aún no ha terminado.