La Habana, Cuba. – En apenas 48 horas, poco más de 7 millones de bolivianos irán a las urnas para elegir a un presidente que tendrá que resolver la grave crisis política y social que vive esa nación andina.

Hace casi un año, una asonada derechista contra el entonces presidente Evo Morales sacudió y torció los cimientos de la realidad de Bolivia.

Desde entonces nada ha sido igual, no solo por el coincidente impacto del nuevo coronavirus, sino también por la convulsión política que tiene, además, una expresión económica.

La derecha, encabezada por la usurpadora Yeanine Añéz, ha hecho lo imposible por impedir el posible triunfo electoral del Movimiento al Socialismo, con jugadas sucias que llegaron hasta anular la eventual candidatura deEvo Morales.

Han seguido el mismo guion de moda para acusar y llevar a tribunales a las fuerzas progresistas y sus representantes.

Complejo escenario

A pesar de todo lo que ha inventado la derecha, el Movimiento al Socialismo encabeza las intenciones de voto para las elecciones del domingo en Bolivia, donde incluso pudiera ganar en primera vuelta.

Según encuestas, el exministro de Economía del gobierno de Evo, Luis Arce, atesora el 42,9 de los posibles sufragios, con clara ventaja sobre los otros 6 contendientes derechistas. 

No obstante, hay una masa de votantes indecisos que pueden hacer más reñidos los comicios e inclinar la balanza hacia una segunda ronda.

En ese complejo escenario, el MAS tendrá ahora que defender su derecho electoral, garantizar la estabilidad social necesaria y al mismo tiempo exigir el cumplimiento de la voluntad popular.

Son tres tareas simultáneas y complejas que habrá que acometer por el futuro de Bolivia.

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