La derecha brasileña y los intereses extranjeros que le apoyan no tienen límites en el marcado interés de hacer polvo la figura de Luís Ignacio Lula da Silva, el presidente más popular en la historia nacional, y que mantiene sus aspiraciones de alcanzar de nuevo la jefatura del Estado como candidato del Partido de los Trabajadores.

En la festinada disputa judicial levantada en su contra con el fin de ponerlo en la cárcel e inhabilitarlo políticamente las autoridades judiciales confirmaron que no le concederán el habeas corpus solicitado por la defensa para mantenerlo fuera de las rejas a cuenta de las imprecisiones y evidentes alteraciones en los documentos con los cuales se intenta inculparlo por corrupción.

De manera que los recursos a su favor se ven aún más reducidos.

La batalla sigue

De ser condenado Lula Da Silva enfrentaría más de 12 años de prisión, lo que a sus 72 años de edad implicaría seguramente el fin de su carrera política, el gran deseo de la derecha.

De todos modos, aún quedarían algunos recursos legales a utilizar, como llevar el caso al Tribunal Supremo.

No obstante ese sucio proceso, Lula continúa liderando las encuestas de intención de voto para las elecciones. Los resultados de los más recientes sondeos indican que la campaña de desgaste a su candidatura ha despertado más simpatías a su favor.

Y es que en medio del desmadre nacional impuesto por la reacción interna y externa, prevalece el criterio popular de que el gobierno de Lula implicó un progreso significativo en la vida nacional y en la lucha por los derechos de los desposeídos.