La Habana, Cuba. – La decisión de Donald Trump de gravar con un 25 por ciento de aranceles a los productos de países que comercien con el crudo y el gas venezolanos, es una disposición de carácter extraterritorial que pretende apretar el cerco contra la nación bolivariana y, para eso, afectará a terceros.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, siguiendo su retórica de asfixia económica imperialista, anunció este lunes que impondrá un arancel del 25% a cualquier país que adquiera petróleo o gas de Venezuelahttps://t.co/7xVhxVU8Wn
— teleSUR TV (@teleSURtv) March 24, 2025
Ninguna ha pretendido un alcance mayor entre las más de 900 medidas de coerción impuestas por Washington a Caracas desde el año 2015, en que Obama declaró a Venezuela como un peligro para la seguridad nacional.
El propósito de Washington de coaccionar a los países que desafíen sus sanciones viola las leyes del comercio internacional, algo que no sorprende, porque es lo que Donald Trump ha venido haciendo con su proteccionismo, desde que regresó al poder. Sin embargo, en este caso, la motivación es meramente política.
Efecto limitado
Resulta difícil colegir el impacto real de la medida que entrará en vigor el 2 de abril, para castigar el comercio con Estados Unidos de los países que intercambien con las riquezas energéticas venezolanas.
Dos de los principales socios de Caracas en este rubro, ya están sancionados por la Casa Blanca: China e Irán. Gracias, precisamente, a la nación persa, la empresa PDVSA logró volver a refinar y exportar, luego de que el bloqueo estadounidense impidiera la renovación tecnológica y los insumos de que Irán la proveyó.
Aunque no es un dato que se proclame, el otro comprador importante del crudo venezolano ha sido los propios Estados Unidos, mediante las licencias que Joe Biden autorizó a firmas como Chevron, y que Trump ha revocado.
La nueva medida, obviamente, hará daño a la industria petrolera venezolana. Pero otros también pudieran salir muy perjudicados.