La Habana, Cuba. – El alegado y dudoso ataque que la parafernalia bélica desplegada en el Caribe por el Pentágono habría asestado a una embarcación, supuestamente, cargada de drogas, constituye una mampara para justificar esa presencia militar y ejecutar cualquier otra acción real.
Como se sabe, la ubicación de los barcos cargados de misiles cerca de las costas venezolanas, y el propio hecho de que tanto el presidente Donald Trump como su secretario de Estado, Marco Rubio, hayan dicho que la susodicha lancha salía de aguas de Venezuela, puede ser el antecedente de cualquier acción intervencionista contra esa nación.
El hecho irrespetuoso y falaz de que Washington acuse al presidente Nicolás Maduro de estar involucrado con un denominado Cártel de los Soles y ofreciera recompensa por él, añade peligros a esta situación de escandalosa amenaza a la seguridad nacional de Venezuela, así como nuevas advertencias de Rubio.
Van por más
La prepotente advertencia del Secretario del Departamento de Estado de que su país podría volver a atacar embarcaciones, supuestamente, cargadas de drogas, constituye la ilegal apropiación del derecho que no tiene Estados Unidos para usar la fuerza fuera de su territorio. Y tampoco lo haría, precisamente, para combatir el narcotráfico.
Las autoridades venezolanas desmintieron que el mencionado ataque del martes se haya producido, en tanto, expertos consideraron que un video divulgado como prueba era falso, y elaborado con herramientas de inteligencia artificial.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, titular pro tempore de la Celac, también expresó sus dudas. Todo ello corrobora la presunción de que la historia del asalto se suma a una narrativa falsa que escala las tensiones desatadas por la presencia militar yanqui en el Caribe, a contrapelo del rechazo expresado por sus naciones.