La exclusión que Estados Unidos ha hecho de Europa en las tratativas para una paz negociada entre Moscú y Kiev, está dibujando una nueva alineación en el mundo.
El Viejo Continente está desairado porque no se le ha concedido voz ni voto en las conversaciones para llegar a la paz y, sobre todo, porque la derrota de Ucrania en el campo de batalla frente a Rusia es su propia derrota, y de la administración de Joe Biden.
La ilimitada ayuda financiera y militar de ambas partes a Kiev para asestar un golpe demoledor a Moscú junto a la política de sanciones, no consiguió su objetivo.
Pero la Unión Europea insiste en proveer de armas a Ucrania, y se alinea con ella. Mientras los presidentes Trump y Putin conversan telefónicamente este martes para seguir afinando una salida, Europa aprueba otro paquete para Kiev, en un último intento de mostrar gallardía, con el fracaso a las puertas.
Socios de segunda.
Si algo resalta de los acontecimientos, es la soledad europea. Después de seguir las posiciones de distintas administraciones estadounidenses tras el derrumbe del llamado bloque socialista, las naciones del oeste europeo parecen abandonadas por el gobierno de Trump.
El desconocimiento del republicano hacia ellas, subraya el papel secundario que han jugado en la geoestrategia de WASHINGTON. Envalentonado, un presidente en decadencia como el francés Enmanuel Macron se erige como abanderado de una campaña a favor de la seguridad de Ucrania, que solo pudiera enredar más las cosas si su consejo a Volodomi Zelenski fuera enturbiar una negociación.
Aunque se dice preocupada por su propia integridad ante Rusia, lo cierto es que la de Europa parece solo una posición para cubrir las apariencias: su derrota está a ojos vista.