El senador Marco Rubio influye sobre Trump para atacar a Cuba

La Habana, Cuba. – Apenas una semana esperó la Administración Trump para recrudecer el bloqueo a Cuba, después de recibir otra soberana paliza en Naciones Unidas.

No es casualidad, sino solo otra expresión del desprecio por la opinión de los demás, que tiene un gobierno errático y disparatado.

El inédito proceso de deshielo que Cuba vivía con Estados Unidos ha sido sistemáticamente torpedeado desde la Casa Blanca en los nueve meses que lleva Trump sentado en el Despacho Oval.

No es solo el intento voraz de desmontar el legado de Obama, sino en este caso la pretensión malsana de doblarle el brazo a una nación que desde hace medio siglo dejó de seguir las directivas que antes llegaban desde el Norte con más frecuencia que los frentes fríos.

Como han fracasado intentos anteriores, ahora apuntan a sectores económicos que ayudan a apuntalar el proyecto nacional.

Contra el corazón económico del país

Un total de 179 entidades cubanas son ahora el blanco de las medidas que aprietan el bloqueo.

Es un listado bien escogido para herir el corazón económico del país, pues, entre otros puntos, incluye a 83 hoteles a todo lo largo y estrecho de la geografía nacional. Otro punto de asedio es la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, un enclave que empieza a dar sus primeros pasos en el camino a convertirse en la joya de la economía cubana.

Lo más contradictorio es que esa vuelta de tuerca ocurre cuando crecen los sectores que dentro de Estados Unidos abogan por una relación más amplia con Cuba.

Ellos también son víctimas de una política ya fracasada, que ahora llega al ridículo de incluir una fábrica de refrescos en una descabellada Lista Negra, pretendida nueva herramienta del bloqueo.