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Las multitudes que acompañaron la juramentación de Nicolás Maduro, este viernes, fueron el mejor mentís a la falsa tesis del fraude con que la derecha intentó desestabilizar a Venezuela, y fomentó una campaña internacional llena de injerencia.

La reaparición en un barrio históricamente burgués de la líder de la oposición violenta, María Corina Machado, no fue suficiente para provocar los desórdenes deseados y justificar acciones intervencionistas más graves.

Antes, el accionar responsable de las autoridades y de la fuerza pública, unido al respaldo de las bases chavistas a su institucionalidad, frustraron los actos violentos planificados hasta con el uso de mercenarios.

Así se desarticuló una juramentación paralela e ilegal, que habría significado un golpe de Estado. Contra lo anunciado, el excandidato Edmundo González no regresó.

Logros con desafíos.

Nunca en los últimos años, la situación económica y social venezolana pareció más propicia para seguir profundizando el modelo. El crecimiento de 2024, que se calcula entre un 6,9 por ciento según las diversas fuentes, será el mejor del hemisferio, gracias a la recuperación del sector hidrocarburífero y al desarrollo de la minería y la agricultura… a pesar de las sanciones de Estados Unidos.

También bajó la inflación y se acabó el desabastecimiento. No obstante, el mandato que se abre estará marcado por los esfuerzos de la derecha internacional por DESLEGITIMAR a Maduro, apoyada en la oposición interna.

Ello, sin contar las nuevas medidas punitivas que podrían llegar desde la Casa Blanca, ocupada pronto por Trump. Venezuela, en tanto, se aboca a otro diálogo nacional con la mira puesta en la paz, el desarrollo, y la participación.