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La incorporación de Cuba y Bolivia a los BRICS como asociados junto con otras cinco naciones, este enero, no solo abre a esos países nuevas posibilidades de cooperación e inversiones bajo normas justas.

Además, la expansión del grupo hacia América Latina fortalece una alternativa de intercambio comercial con valor político, capaz de hacer contrapeso a las leoninas condiciones impuestas por Occidente, a su abandono del Sur global, y a las medidas coercitivas unilaterales con que trata de torcer los destinos de los Estados que considera «incómodos».

Uno de los asideros más importantes de los BRICS para hacer efectivos sus propósitos es su Banco para el Desarrollo, nacido con un fondo inicial de 50 mil millones de dólares, y que desde su fundación en 2015 ha aprobado 97 proyectos para apoyar a países del Tercer Mundo.

Hacia un nuevo orden.

De las potencialidades de los BRICS habla su Producto Interno Bruto, que supera hoy al de las 7 naciones más industrializadas del orbe.

Fundado por Brasil, Rusia, India Y China, a quienes se sumó luego Sudáfrica, el grupo tiene desde el año pasado otros cinco miembros plenos y representa al 45 % por ciento de la población mundial, y el 48 % por ciento de las exportaciones globales.

A ellos se añaden los 7 países socios que acaban de adquirir esa condición. El empleo de monedas nacionales para las transacciones dentro del bloque y con otros grupos de países como el Foro Euroasiático, ha permitido a las naciones castigadas por el Norte evadir sus sanciones y repercute en un menor uso del dólar.

Así se fortalece un polo alternativo cuyas prácticas conforman, paulatinamente, el nuevo orden económico y financiero que se demanda.

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