Compartir

La Habana, Cuba. – Hace más de 70 años que Félix Benjamín Caignet  estremeció a los cubanos con la radionovela El derecho de nacer. Aquel suceso radiofónico, que después saltó a la televisión y hasta al cine, marcó el devenir de esos medios en América Latina, con una fórmula repetida hasta el cansancio, pero que hoy aún funciona.

Es un coctel de amores imposibles, prejuicios sociales, malos muy malos y héroes muy heroicos, todos colocados en una trama cargada de intrigas, sentimentalismo y muchas lágrimas.

La razón queda a un lado y el público se somete dócil a múltiples conflictos paralelos, que dan un falso color a una vida en la que los protagonistas sufren a diario.

Pero mientras más se sufre y se llora, más se afianza el enganche de los receptores, quienes, en medio de tantos avatares esperados e inesperados, quieren saber cómo termina la historia.

Atrapar la audiencia

La fórmula utilizada por Félix Benjamín Caignet en El derecho de nacer está tan viva hoy como hace más de 70 años.

El ejemplo más cercano ahora es la telenovela brasileña Dulce ambición, que por estos días exhibe Cubavisión y que recoge todos los ingredientes del más puro melodrama.

Veterana en estas lides, la Red O’Globo volvió a apostar por un guion que recoge los más elementales recursos del culebrón y que funcionan como una segura herramienta para enganchar a la audiencia. Por eso, nos guste no, hay muchos sentados ante la pequeña pantalla cada noche viendo las desgracias de María de la Paz, una mujer que por obra y gracia de los cuatro guionistas es víctima de cuanto problema uno se imagine.

Ella, quizás sin saberlo, es hija natural de Félix Benjamín Caignet, un cubano que también tuvo en el público a su dulce ambición.