La Habana, Cuba. – Finalmente, el saliente presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha decidido lo que hace tiempo debió hacer: reparar la injusticia heredada de Donald Trump cuando este, usando una mentira, incluyó a Cuba en la falsa y unilateral lista de países promotores del terrorismo.
Al adoptar la medida apenas seis días antes de abandonar el cargo, Biden no solo ha vuelto a demostrar la negativa y fuerte influencia de los sectores anticubanos de Estados Unidos, en su política hacia la Isla. Además, ha demostrado la falsedad de una medida que, como advirtió hace pocos meses el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, él podía derogar -como lo ha hecho- de un plumazo.
Pero no hay garantía alguna de que tal evidencia de fariseísmo impida que esa tardía decisión sea revertida, usando otra mentira, por el mandatario que el día 20 asume la presidencia estadounidense.
Apenas un apéndice de la guerra económica
La ahora derogada inclusión de Cuba en la mentirosa lista estadounidense de países promotores del terrorismo, fue parte del andamiaje de medidas coercitivas con que Washington presiona a la Isla, mediante una guerra económica con fines políticos que se mantiene.
Como ha recordado nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, buena parte de los dos centenares de medidas dictadas por Estados Unidos en 2017 para hacer más férreo el bloqueo, siguen vigentes.
Por eso la decisión adoptada por Biden este martes no solo es tardía sino insuficiente, aunque está encaminada en la vía correcta de apego a la justicia y la verdad.
La presión de las decenas de líderes y cientos de legisladores y activistas del mundo que reclamaron esta decisión, ha sido reconocida. Pero mientras exista el bloqueo, la lucha no termina.