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La Habana, Cuba. – Cuando se escriba la verdadera historia de esta época, si la cordura derrota finalmente a la locura en el entorno humano, no es de esperar que el liderazgo actual de Europa Occidental sea recordado con respeto y admiración.

Y es que hasta hoy esa casta burocrática entronizada en el poder, como todas las de su talante, de lo único que ha hecho gala es de servilismo, dependencia con respecto a Washington, y total desprecio por los intereses de la gente que dice representar.

Lo que viene sucediendo en el insuflado conflicto en Ucrania es una muestra fehaciente, al que el trío de potencias occidentales de segunda fila firmantes del acuerdo nuclear con Irán acaba de añadir otro capítulo, al planear mantener sanciones a Teherán por presuntas violaciones de ese protocolo del que los Estados Unidos se retiró unilateralmente años atrás.

Del embrollo

El pacto nuclear con Irán fue suscrito en 2015, y junto al país persa lo firmaron además los Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia y Gran Bretaña.

Tres años más tarde Donald Trump sacó a Washington del protocolo que consideró no favorable a los Estados Unidos.

Desde entonces Irán ha tratado de mantener la vigencia del acuerdo con la notoria flojera de las naciones euro- occidentales, carentes de personalidad propia y temerosas de atraerse las iras del socio mayor.

Y a estas alturas, y enojadas por la política de principios de Irán en el dilema ucraniano, Francia, Alemania y Gran Bretaña se alejan de sus pretendidos buenos oficios con respecto al pacto atómico y se decantan por apegarse abiertamente a la hostilidad y el cerco de la Casa Blanca hacia la República Islámica.