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La Habana, Cuba. – Mostrando su autoridad desde la propia ceremonia de investidura, donde reclamó la espada de Bolívar en la tribuna, retenida por la administración saliente, Gustavo Petro ha empezado a poner sobre la mesa desde muy temprano el cambio que ha forjado para Colombia.

Así, entre sus primeras decisiones está restablecer la paz en un país carcomido por la violencia histórica, sin exclusiones de ningún tipo con relación a los actores en semejante tragedia.

En La Habana ya se ha reabierto el diálogo gobierno-Ejército de Liberación Nacional, para la incorporación de ese grupo guerrillero a un cambio pacífico, en tanto Bogotá ha apresurado la reanimación de sus vínculos diplomáticos con Venezuela con la decisión de terminar con la utilización del país como base gringa para desestabilizar a Caracas.

Un nuevo actor

Y junto a la convocatoria general a las fuerzas en conflicto, el presidente colombiano acaba de renovar los altos mandos militares y policiales, involucrados históricamente también en la represión y la corruptela.

Según se informó, se trata de establecer nuevos jefes en todas las armas e instituciones del orden, con expedientes limpios en materia de actuación pública, y signados por una ejecutoria profesional y clara.

Para Gustavo Petro y su gobierno, debe cesar la violación de los derechos humanos con utilización de los uniformados, cuya tarea clave es la defensa del país y del orden interno, junto con la garantía de la seguridad de los ciudadanos.

No se trata de ideologías, ha dicho Gustavo Petro, sino de profesionalidad y moral, de respeto a la ley y compromiso con la sociedad.

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