La Habana, Cuba. – Con la juramentación este 7 de agosto, ante miles de ciudadanos, de Gustavo Petro como nuevo presidente de Colombia, abre esa nación una nueva etapa política nacional luego de dos siglos de poder oligárquico.

Petro, guerrillero del M-19 en su juventud y luego comprometido en la lucha democrática por un cambio radical en las instituciones estatales colombianas y en una sociedad cundida de desigualdad, represión e injerencia foránea, se convierte así en el primer presidente de izquierda en el devenir del país y esperanza tangible de un futuro más promisorio.

Se trata de una tarea de gigantes que deberá enfrentar con el acompañamiento como vicepresidenta de Francia Márquez, una competente lideresa afro descendiente, un equipo ministerial “de lujo”, y con la necesaria mayoría parlamentaria y popular.

Aliento y lucha

Gustavo Petro, cuya primera orden presidencial fue el rescate y presencia ante el pueblo de la espada de Simón Bolívar en su acto de investidura, se comprometió a iniciar el cambio de Colombia hacia una nación donde la dignidad resulte la cualidad predominante.

Por demás levanta la bandera del diálogo y la solidaridad para enfrentar los retos de una sociedad altamente polarizada y violenta, sin excluir a ningún segmento, sea cual sea su doctrina, siempre que se apegue al orden y el entendimiento.

Ello sin olvidar abrir las puertas de las oportunidades plenas a todos los colombianos para que, por su esfuerzo y empeño, lleguen tan lejos como les sea posible en materia de bienestar propio y colectivo.

Un programa que suena a gloria para una nación donde el Estado ha sido actor ausente.