En múltiples aspectos, la Revolución Cubana superó aquellos sueños juveniles que parecían alejarse cada vez que hubo un revés.

Martiano profundo, Fidel fue capaz de superar la utopía del Apóstol, a quien la tragedia de Dos Ríos le impidió concretar lo soñado. Sin embargo, el Comandante, El Jefe, El Caballo, o simplemente Fidel, fue capaz de ver en vida mucho más de lo que antes había imaginado.

En múltiples aspectos, la Revolución Cubana superó aquellos sueños juveniles que parecían alejarse cada vez que hubo un revés, pero él, mago de la praxis política, tuvo la extraña capacidad de hallar la victoria cuando todo era más oscuro. Y fueron los sueños la base de esa singular alquimia revelada en el libro Un grano de maíz.

Entonces Fidel dijo a su amigo sandinista Tomas Borge que “No tenemos otra alternativa que soñar, seguir soñando, y soñar, además, con la esperanza de que ese mundo mejor tiene que ser realidad, y será realidad si luchamos por él”.