La Habana, Cuba. – Continúa la sumatoria de adversidades al ya complejo escenario global post pandemia, no solo inducidas mediante la peligrosa política errática de las armas.
El establishment norteamericano, de cualidades adaptativas a los diversos entornos del orbe, impone sus intereses hegemónicos a través de los partidos dominantes de la Unión, especialmente el Demócrata, ahora de corta rotación por la Casa Blanca.
Ya andan apresurados de cara a las elecciones de 2024, y es que experimentan un conflicto geopolítico en expansión y son responsables de la solución antes de que lleguen las urnas y los confetis.
El actual conflicto no es diferente por sus efectos en el control de las fuentes de energía, los alimentos y el mercado como mecanismos de dominación, pero esta vez hay un detalle adicional gravitando, la conflagración está dirigida a conquistar las mentes en un breve periodo.
Estrellas de la guerra
La guerra de la OTAN contra Rusia y China – entiéndase de los Estados Unidos -, tiene un lado del rostro maquillado.
Los medios dejan correr la idea de que el conflicto se produce entre sociedades aparentemente abiertas y democratizadas y regímenes cerrados y autoritarios. El asunto va de reciclar el fantasma del comunismo, los miedos que produce y como escenario visible utilizan una Ucrania secuestrada, el viejo punto de inflexión entre el new fascismo y el post comunismo europeo.
Esta guerra por las mentes se produce en renovados laboratorios de ideas. Todo indica que la contienda la han diseñado los tradicionales generales juntos a los magnates de bancos y los grandes empresarios de siempre, pero ¡cuidado!, nuevos estrategas de rostros maquillados también deciden quienes viven y quienes mueren, en su rol de actores devenidos guerreros de la pirotecnia.