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La Habana, Cuba. – La deposición del titular de la Cámara de Representantes, Kevin MacCarthy, la semana pasada, parecía la gota que rebosaría la copa de los sucios manejos en que se desenvuelve la política en Estados Unidos.

El hecho inédito de que MacCarthy, republicano, fuera demovido por iniciativa de legisladores de su propio partido, exhibe fisuras no vistas en esa agrupación, y resulta de peso de cara a las elecciones del año que viene, cuando el exmandatario Donald Trump aspira a ser candidato.

Por si fuera poco, la acusación de que MacCarthy se alió con el actual Presidente demócrata, Joe Biden, para evitar, mediante un acuerdo, el cierre del Gobierno por falta de presupuesto para funcionar, muestra cómo prevalecen los estrechos intereses politiqueros por encima del bien de la ciudadanía y de la nación.

Más escándalos

Pero la turbia destitución de McCarthy no es el único suceso que ha puesto en duda la transparencia en Estados Unidos, y la integridad de sus políticos.

Se dice que fue por orden de Trump que el presupuesto estaba entrampado en el Congreso, y que el exmandatario movió los hilos para deponer a su colega republicano.

No obstante, la popularidad de Trump sigue subiendo como la espuma favorecida, increíblemente, por las causas abiertas en su contra, en las que se le culpa de alentar el asalto al Capitolio tras el triunfo de Biden, de injerencia electoral, y hasta de agresión sexual, entre otros cargos.

Biden no se queda atrás, y podría ser llevado a juicio político por acusaciones de corrupción que señalan a su hijo. Aquella institucionalidad está enferma, y lo peor es que no se sabe cuánto está contaminando a la sociedad.