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La Habana, Cuba. – Adentrase en los laberintos de la emigración hacia Estados Unidos resulta cada vez más complejo. Mientras la nación norteña es el destino meta de quienes deciden buscar nuevos horizontes, el fenómeno adquiere proporciones imposibles de obviar.

La sutil forma de atraer fuerza de trabajo y de consumo, hoy muestra matices catastróficos desde las perspectivas económica y social, definitivamente en el país de las oportunidades la emigración dejó de ser el placentero sueño para los políticos y las infraestructuras que acogen a los llegados.

Algunas variables incorporadas a la observación develan aristas en el plano doméstico que dejan atónitos a los avezados defensores del sistema.

No solo el desempleo, los bajos ingresos, respecto a la galopante inflación, y la contracción en las capacidades y condiciones de alojamientos, junto a escenarios cada vez más violentos, ensombrecen el panorama

¿Un S.O.S para la Florida? 

Se reconoce al Estado entre los de mayor crecimiento inmobiliario en la Unión, sin embargo, hoy no ocurre al ritmo que demandan las llegadas en torrentes desde Latinoamérica, siendo un serio problema para los condados.

El desequilibrio entre la disponibilidad de inmuebles, el precio de los alquileres y los ingresos promedios,  muestra efectos múltiples que impactan en las condiciones de vida de los asentados.

El hacinamiento hoy por hoy -un fenómeno poco tratado por la prensa local- trae efectos proporcionales a la disminución del bienestar; por igual, al incremento desmedido del número de deambulantes y desocupados, viviendo regularmente de actividades ilícitas, como el juego, el consumo de estupefacientes y los enfrentamientos entre grupos o comunidades étnicas, todo lo cual pone en tensión los sistemas de regulación y asistencia social al borde de ser declarados en emergencia.