Martí es el alma y guía de la Revolución en Cuba

La Habana, Cuba. – Nombrada en latín como Primaris lapidis, la piedra angular es la base de la cimentación de un edificio, a partir de la cual se colocan las demás y sobre la que se levanta una obra. Y precisamente en la obra de la nación, Martí  es ese basamento sobre el que se erige todo lo que hoy tenemos y, sobre todo, lo que tendremos.

A lo largo de sus poco más de 42 años, insistió en la necesidad de asumir la vida con originalidad, con espíritu propio y creador. Radical por ir en todo a la raíz, El Apóstol empeñó su vida en la construcción de un país nuevo que llevó a la guerra, pero a una guerra sin odios al español, sino con odio al yugo colonial que impedía el parto de una nación nueva.

Hombre adelantado a su tiempo que vino de todas partes, y hacia todas partes iba, nada humano le fue ajeno, por lo que sus inquietudes fueron desde la nube hasta la hormiga.

Savia vital

Marino experto en las aguas múltiples de la cultura universal, Martí  tuvo una asombrosa capacidad de síntesis creadora para entender el curso de la historia y al mismo tiempo acercarse al alma de la nación cubana. Por eso fue capaz de esbozar el futuro de un país en ciernes que entonces intentaba romper las fuertes ataduras coloniales.

En la hora actual de Cuba, como escribiría Cintio Vitier, hay que aspirar a que cada cubano sea un martiano, pero sin apelar a la consigna barata, sino como fuente de valores e ideas, de ética y respeto. Y es que en estos tiempos extraños, de mentiras y confusiones, de traiciones y agravios, es imprescindible la brújula de un hombre que en otro contexto superó todos esos escollos.

Por eso hay que retornar al ideario político martiano que hoy, como nunca, Cuba lo necesita.