La Habana, Cuba. – No es secreto que la Pandemia de Covid-19 imprimió velocidad a los procesos globales contemporáneos, por ello los tiempos que corren han acentuado la crisis del imperialismo, esta vez más profunda y de carácter estructural.

Del complejo fenómeno parte la necesidad de una nueva reconfiguración geoestratégica, cristalizada en la agresividad de bloques como la OTAN, aparejada a una ofensiva mediática diseñada y planteada sobre las armas de diseminación ideológica más efectivas a la que se ha enfrentado la humanidad: las Redes Sociales Digitales.

Las circunstancias demuestran que las potencias hegemónicas necesitan mayor interdependencia con los países capitalistas que las circundan.

El ejemplo más visible es Europa, un bloque que se descapitaliza aceleradamente y resulta el punto de partida para nuevas dinámicas de dependencia política, económica, mercantil y sobre todo financiera.

Reservas ideológicas en los pueblos

La estrategia más efectiva trasciende la posición política tradicional de la izquierda universal. América Latina anda inmersa en el renacimiento progresista y en el fortalecimiento de la solidaridad entre los pueblos.

Bajo estas influencias positivas estamos obligados a adentrarnos en los paradigmas y conceptos revolucionarios, estudiarlos y entenderlos, única fuerza de garantizar la supervivencia de los pueblos.

Para enfrentar la potencia imperialista más sutil estamos obligados a nutrir fuerzas de la historia pasada y reciente. De ahí la necesidad de combatir la espontaneidad y la movilización sin objetivos mediante un sistema comunicacional robusto, sagaz e inteligente.

En el marxismo están las claves adecuadas para el análisis concreto y para moldear la verdad desde la praxis revolucionaria, único camino para la respuesta ideológica precisa y contundente.