La Habana, Cuba. Tupida red legal, el bloqueo sigue siendo considerado como un acto de guerra en tiempos de paz y es, que nadie lo dude, la principal herramienta de hostilidad de Estados Unidos hacia Cuba.

Desde que en marzo del 96, Clinton entregó una parte de las facultades presidenciales al firmar la Ley Helms-Burton, el cerco dejó de ser un Reglamento Federal, bajo control ejecutivo, para convertirse en una despiadada legislación que está en manos del Congreso.

Si antes las medidas contra Cuba eran tomadas de manera discrecional por las sucesivas administraciones sin pasar por el Capitolio norteño, al llegar la Ley Torricelli y después en especial la Helms-Burton, todo cambió radicalmente y el bloqueo quedó codificado como una legislación aprobada por el Senado y la Cámara de Representantes y que aún sigue vigente.

Difícil camino

No es ocioso recordar que la Administración Trump apretó el bloqueo hasta casi romper la rosca.

Fue un apretón intencionado políticamente que en solo un año costó 5 mil millones de dólares, la cifra más elevada de la historia de ese maldito cerco.

Y es tan alta que excede ampliamente el monto de inversión anual que Cuba necesita.

Pero más allá de esos números, es imposible cuantificar el prejuicio que ocasiona en las familias que sufren cuando alguien no puede conseguir al medicamento que necesita o se le impide recibir remesas, por solo citar dos ejemplos.

Pero en Washington, empecinados por destruir el ejemplo de Cuba, una minoría hace circular mentiras para justificar la hostilidad y así trata de mantener bien apretado el lazo que nos asfixia, un actuar que confirma que el bloqueo sigue tan inamovible como el primer día.

Etiquetas: - -