La Habana, Cuba. – La verdad es víctima de estos tiempos extraños que vivimos, en los que la confusión sirve de alimento a la manipulación. Sin sonrojo, los hechos se modelan, se tergiversan y la realidad adquiere tonos sombríos.

A los malos los disfrazan de buenos y los acusados pasan a ser víctimas. Y eso es lo que se ha pretendido ahora con los resultados de los juicios a los participantes en los sucesos del 11 de Julio último.

Ese día hubo personas que expresaron un descontento legítimo, pero otros, una minoría sediciosa y violenta, impulsada por intereses ajenos, apeló al vandalismo y al desorden.

Esos fueron los que agredieron a policías y militantes del Partido, los que atacaron a pedradas un hospital infantil, los que aprovecharon la conmoción para saquear tiendas. Y por eso tuvieron que responder ante los Tribunales.

Tergiversar, manipular

Juzgados y condenados, los propios acusados de los sucesos del 11 de Julio han reconocido su participación y responsabilidad en los desórdenes sediciosos de esa lamentable jornada.

También sus familiares y amigos han admitido la limpieza de los procesos penales a que fueron sometidos. Por eso, resulta ahora una bajeza amenazar a jueces, fiscales y hasta abogados defensores, quienes son encargados no solo de acusar o defender, sino de velar por el debido proceso.

Y es también una sucia manipulación decir que esas personas son presos políticos y así obviar las graves violaciones a la ley cometidas ese día.

Con esa tergiversación algunos buscan incitar a la repetición de esos hechos vandálicos y para eso llegan al absurdo de disfrazar a los lobos de ovejas y hasta de culpar al guardabosques.