La Habana, Cuba. – Las elecciones del martes en Estados Unidos para votar por gobernadores, alcaldes, jueces y cargos locales, eran consideradas una prueba de fuego y Donald Trump no la pasó.
Los triunfos de candidatos demócratas en estados clave como Nueva York, Nueva Jersey y Virginia, todos frente a aspirantes respaldados por el mandatario, constituyen un descalabro para el ejecutivo republicano, y una fuerte advertencia que su jefe deberá tomar en cuenta.

Para muchos observadores ha primado el disgusto con el estado de la economía, que preocupa al 85 por ciento de la población inconforme con su situación financiera. Pero ese resultado no debe sorprender.
Sondeos preliminares alertaron que a 10 meses de volver a la presidencia, Trump solo cuenta con el respaldo del 37 por ciento de la población. Protestas en Washington también expresaron el repudio a su política antiinmigrante.
Ejecutoria cuestionada
También en la institucionalidad estadounidense se observa un cuestionamiento a la política trumpista.
El Tribunal Supremo está analizando si es legítima su guerra arancelaria, decretada desde abril contra el mundo y que ya fue rechazada en el Senado. Y se espera que este jueves, la propia Cámara alta del Congreso se pronuncie acerca de la extensión o no de los poderes de guerra cuya aplicación debe aprobar el legislativo.
Ello dirá si el Pentágono puede mantener o no el despliegue militar en el Caribe que dice enfrentar el narcotráfico, y se materializa con el bombardeo de una decena de lanchas y más de 60 muertos.
Venezuela es la nación latinoamericana amenazada con más fuerza por esa cruzada. El peligro sobre ella se mantiene latente, pero una intervención militar, ahora más que antes, parece perjudicial para los propios intereses de la Casa Blanca.