Béisbol; la pasión nacional en Cuba

La Habana, Cuba. – Son añoradas por muchos las estaciones en las que asistían a la pelota por placer; transformada actualmente en una caldera de tristes pasiones, polémicas y decepciones, en su sentido más puro y con la carga de pesimismo que ello supone.

La trama beisbolera actual en Cuba, turbulenta y repleta de debates internos y externos, aderezados con apatía, indisciplinas y la partida hacia ligas mejor remuneradas, nos conduce a una interrogante plagada de precipicios de vértigo. ¿Qué debemos hacer para que el béisbol, parcela de nuestro patrimonio sociocultural, sobreviva las tormentas que lo visitan?

La respuesta indica prudencia y severidad, desterrada de conformismos y embustes. Sólo así, y hurgando en el pasado, que siempre sirve para entender mejor el presente, conoceremos nuestros puntos fuertes y flaquezas.

Estas últimas urgen ser abolidas del lenguaje cotidiano.

Rescatando historia y cubanía

Historias complejas, extrañas y pesimistas sobre el estado actual y futuro del béisbol nacional, escoltan nuestra cotidianeidad deportiva.

Sumergirse en su profundidad es complicado y sorprendente, pues tales relatos contienen los códigos de las pulsiones colectivas, esas que lo catapultaron a fenómeno sociocultural.

Cada sociedad se siente reflejada en sus éxitos y derrotas; la anemia léxica que emplean algunos para maquillar nuestros fallos y carencias, acrecientan nuestro declive.

Al béisbol nacional y sus intérpretes les urge buscar los itinerarios donde vida, historia y cultura vuelvan a florecer.

La pelota, esa necesidad espiritual que nos acompaña, es también arte y ritual vivo, al que nada humano le es ajeno. Su autenticidad, por suerte, todavía convoca, invade y estremece.