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El país necesita con urgencia el aumento de la producción agrícola para disminuir la carga que, como Sísifo, año tras año lleva el estado sobre sus hombros hasta el mercado internacional.

La millonaria factura anual de alimentos generada por el consumo interno y la magra producción local, implica un esfuerzo extraordinario en estos tiempos de bolsillos estrechos.

Buena parte de la comida que consumimos hoy llega después de navegar en aguas tormentosas, agitadas por restricciones financieras, los impactos del cambio climático y la crisis alimentaria global.

Por eso, los actuales planes de importación no pueden tener en cuenta la demanda, sino las posibilidades financieras del país. Después de contar centavo a centavo, es muy poco probable que este año se cumpla el plan de importaciones.

De consumidores a productores: Un empujón necesario.

Camino complicado

Renglones de alto impacto, como arroz, frijoles, maíz y carne de cerdo, tienen muy bajos rendimientos, niveles de producción casi mínimos y costos financieros muy elevados.

No hay que ser muy sabio para comprender que el nivel de autoabastecimiento se queda muy por debajo de la necesidad. Además el 70 % de los as 6 millones de hectáreas de uso agrícola sufre algún tipo de limitación productiva, como erosión, compactación o salinidad, por solo citar algunas.

Por eso, en las condiciones actuales del país la agricultura necesita con urgencia recibir mayores niveles de inversión.

Llegar entonces a la soberanía alimentaria, incluso con la Ley vigente, es un propósito difícil al que no se puede renunciar, pero que necesita de un buen empujón para dejar de ser consumidores y pasar a ser productores.

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