Miles de cubanos se trasladan a sitios seguros por huracán

La Habana, Cuba. – “Nadie quedará desprotegido”, ha repetido el presidente cubano Raúl Castro una y mil veces. Y aunque la frase original está dada en referencia a la actualización del modelo cubano, sirve también para una contingencia como el azote del poderoso Matthew.

La zona oriental ha vivido la fuerza descomunal de la Naturaleza menos veces que el Occidente, pero la última y más dura experiencia dejada por Sandy, con un rastro de víctimas y destrozos, marcó la vida de esa región.

Aquellos vientos huracanados y la marea de tormenta, lejos de amilanar, se convirtieron después en acicate para una recuperación que ha marchado al ritmo permitido por las condiciones económicas del país.

Santiago de Cuba, la provincia más golpeada entonces, aprendió la lección y ahora previó casi al detalle todo lo necesario para reducir al mínimo los daños al igual que el resto de los territorios aledaños.

Organización y solidaridad

El presidente cubano Raúl Castro, con buena parte del gabinete ministerial, ha estado en el borde delantero organizando todo antes del azote de Matthew.

El General de Ejército dejó claro que la salvaguarda de vidas humanas ha sido, y seguirá siendo, la prioridad de las autoridades ante cualquier situación de desastre a lo largo y estrecho de la geografía nacional.

Voluntad política y organización hasta nivel barrial han conformado nuevamente la esencia de las medidas adoptadas en el extremo este del país.

A esas características gubernamentales se suma la solidaridad, una virtud que tanto abunda en el Oriente y que ha sido otra vez una de las defensas colectivas ante la colosal fuerzas de la Naturaleza, desafiada por una sociedad en la que está claro que el destino de uno, es el destino de todos.