La Habana, Cuba. – Mientras el Clásico sigue su marcha, el primer juego de béisbol celebrado en Cuba está a punto de cumplir 150 años. La pelota, como se nombra a ese deporte por estos lares, llegó desde Estados Unidos, el país donde se inventó el juego y sus complicadas reglas.
Desde aquel partido liminar en el Palmar de Junco, sin que nadie se lo haya podido explicar con certeza, el béisbol fue pasando poco a poco a la esencia misma de la nacionalidad cubana.
De manera inapelable, el juego se coló en el ADN nacional. Bates, guantes y pelotas nos acompañan desde niños, casi sin distinción de sexos, porque muchas de nuestras mujeres también tienen un particular gusto por ese deporte.
En la conciencia colectiva viven jugadores, árbitros y hasta managers, reales o imaginados, que conceden autoridad a todos para opinar.
Entre los mejores del mundo
La exigente fanaticada nacional arropó con cariño al equipo Cuba y parece haber coincidencia en el buen desempeño de la novena de las cuatro letras. El ya famoso Team Asere, por derecho propio, se ganó el corazón de todos los cubanos a golpe de batazos y de un pitcheo como hace años no se veía.
Es un mérito mayor regresar a la élite de la pelota, luego de colarse en el cuarteto finalista del Clásico, que es lo mismo que estar entre los cuatro mejores del mundo. Nada se lograba desde aquel segundo lugar en el 2006, un éxito que ahora no puede encubrir los problemas que aún tiene el deporte nacional.
Pero este no es el momento de hacernos un harakiri beisbolero. Ahora lo que toca es celebrar sin complejos por un resultado largamente esperado y logrado por un equipo que puso a toda Cuba a soñar.