La Habana, Cuba. – Los primeros compases de la sinfonía contra Donald Trump que se ejecuta en el Senado de Estados Unidos evidencian lo que casi todos sabían: Hay una polarización política que marca el ritmo del juicio de revocación del mandato presidencial.

Hasta ahora las votaciones han sido marcadamente politizas, con los demócratas en una trinchera y los republicanos en la otra.

Desde el inicio mismo del juicio, los senadores se alinearon para defender los intereses de los dos partidos en lo que es el tercer juicio político contra un presidente en la historia de Estados Unidos.

De salida, la mayoría republicana derrotó todos los intentos de los demócratas por enmendar las reglas y obtener más evidencias en manos del poder ejecutivo durante un proceso, que se avizora complejo pero cuyo desenlace parece estar escrito de antemano a favor de Trump.

Los republicanos deciden

La acusación de los demócratas contra Trump se basa en las presiones del mandatario al gobierno de Ucrania para que investigara y perjudicara a uno de sus rivales políticos, el ex-vicepresidente y aspirante a la Casa Blanca,  Joe Biden.

Aun cuando sean ciertas esas imputaciones, el proceso de destitución, el tan nombrado impeachment, tiene que ser aprobado en última instancia por el voto mayoritario del Senado, cámara dominada por los republicanos.

Como evidencian los casos de los mandatarios demócratas Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, 130 años después, no es fácil deshacerse de un presidente, por muy irresponsable que sea. Por eso parece que Trump saldrá ileso y hasta fortalecido de un proceso, convertido en la crónica de una absolución anunciada.