La Habana, Cuba. – Estamos en tiempos enredados, en los cuales las controversiales querencias en materia política, más allá de consignas y posiciones doctrinales, están marcando realidades que a veces violentan la lógica.

Son tantos la manipulación, mediática o no, los trastoques políticos, la simulación, la demagogia, la corruptela, la indecencia, y las frustraciones que todo ello genera, provenientes de cualquier corriente de poder, que la gente en su angustia y frustración no se detiene demasiado en pensar agudamente a la hora de dar su apoyo o consentimiento.

De ahí el auge en los últimos tiempos de una ultraderecha extremista, y de personajes que a nombre de cambiarlo todo y de presunta mano fuerte contra “el sistema”, se apropian de gobiernos tan influyentes como el de los propios Estados Unidos, y se replican o intentan hacerlo en Europa o en nuestro patio regional.

Para pensarlo

La consumación de todo este trastoque político indica que la llevada y traída democracia que vivimos como civilización, y sin excepción de doctrinas y filosofías, no es aún para nada perfecta.

Un Donald Trump norteamericano, un Jair Bolsonaro en Brasil, administraciones de corte fascista y ultra conservadoras en naciones europeas, y hoy un personaje dislocado y extremista como Javier Milei liderando las preferencias para asumir la presidencia de Argentina, indican que la razón pierde oportunidades frente al desenfoque inducido y la apelación a la rudimentaria emotividad como medida de todas las cosas.

Desde luego, no faltan en esta mezcla la irresponsabilidad y el desgaste de quienes se dicen abanderados de la cordura y las certezas, y terminan adorando dogmas y torciendo vías.