
Bernie Sanders ya reconoció que no será candidato presidencial por ese partido.
Washington, Estados Unidos.- Casi definidos los dos contrincantes para noviembre, la campaña electoral norteamericana abre la etapa de lo injurioso e inesperado.
En efecto, como lo sucedido recientemente en un mitin, en el cual Hillary Clinton, la virtual candidata demócrata a la presidencia, apareció mano a mano con la senadora del ala progresista de ese partido, Elizabet Warren, en una arenga común contra el posible nominado por los republicanos, el magnate Donald Tromp.
El discurso de la Wárren, congresista por Massachusetts, no dejó lugar a dudas de que los demócratas parecen alinearse definitivamente en apoyo a la ex secretaria de Estado, en un frente que ha colocado el vencer al díscolo Tromp como la tarea clave de estos comicios. Así, la oradora fue pródiga en negativos calificativos destinados al aspirante republicano.
Manejos y consideraciones
Hay que decir del campo demócrata que el aspirante liberal Bernie Sanders ya reconoció que no será candidato presidencial por ese partido, y se limitó a surgerir a la Clinton que trate de ubicar como posible vicepresidente al “político más progresista que pueda hallar.”
Y precisamente Elizabet Wárren parecería llenar esa solicitud, toda vez que, según expresiones de varios medios de prensa, es una figura que no congenia con el poder excesivo de Wall Street y aboga por importantes reformas nacionales destinadas a favorecer a los sectores más vapuleados de la población. Además, resulta una de las más críticas personalidades demócratas de Donald Tromp, y al que no ha dudado en tildar de potentado racista, intolerante, avaro y promotor del odio.
Del lado opuesto
Por su parte Donald Trump, a todas luces convencido de que nadie puede frenar su ascenso a la boleta presidencial republicana, ha centrado sus ataques contra Hillary Clinton, a la que acusó en sus más recientes intervenciones de ser la “candidata más corrupta de todos los que se han postulado para la Casa Blanca en los últimos tiempos.”
Señaló el uso de la Clinton de sus prerrogativas oficiales y políticas para emprender negocios propios y familiares, lograr donaciones monetarias, y establecer acuerdos nada limpios con ciertas empresas a cambio de sobornos. Trump también culpa a los demócratas de la parálisis del aparato productivo nacional y de establecer malos acuerdos internacionales que han destruido la economía local y el nivel de empleo.