Dictadura impuesta en Bolivia contra los indígenas

La Habana, Cuba. – Bolivia termina 2019 con un infausto giro en su devenir luego de 14 años de existencia de un gobierno que dignificó a su pueblo y le abrió el camino al desarrollo económico y social en plena igualdad de derechos.

Una experiencia que, de manos del líder indígena Evo Morales, se convirtió para América Latina y el resto del orbe en muestra de la pujanza de una nación cuando rompe las ataduras, prejuicios, imposiciones y tutelas externas ancestrales.

Porque, sin dudas, la Bolivia que se construyó en ese breve lapso de gobierno popular, incluso con los errores e insuficiencias que puedan achacársele a sus dirigentes, dejó atrás -y aún en medio de los fantasmas neoliberales- el aura de fatalismo y el dogal permanente que se les vinieron encima desde la brutal colonización europea.

Porvenir de combate

El escenario inmediato en Bolivia es evidente. De un lado, una derecha pro hegemonista que aunque se pueda ver obligada por las circunstancias a hacer guiños democráticos, no cesará en la represión de sus oponentes y en el plan de desmontar la obra económica, distributiva, dignificante y social del gobierno popular.

Y evitar esa destrucción y la consecuente vuelta a la pobreza, el desamparo y la carencia de derechos y reconocimiento, está entre las prioridades de los movimientos populares bolivianos.

Como lo está saber curarse en salud de desviaciones, divisiones y malos pasos propios que solo arriman brasas a las sardinas de los poderosos. Hacer democracia, sí, pero construirla en permanente vigilancia en un contexto donde los peligros saltan en cualquier rincón.