La Habana, Cuba. – Más de una vez por estas fechas, los analistas han advertido sobre la actividad irracionalmente subversiva y peligrosa de la crápula hegemonista norteamericana, empeñada en revalidar la prepotencia como conducta política de Washington en la arena internacional, y de sus métodos arteros y violentos para imponerla.
De manera que esa percepción y acción despreciables han complicado en extremo la situación global y no reconocen fronteras a la hora de intentar hacerse valer.
América Latina y el Caribe, en plena frontera Sur del imperio norteño, es sin dudas uno de los espacios preferentes para las pretensiones intervencionistas y cercenadoras de la hornada de caprichosos e irresponsables ligados a la idea supremacista anglosajona.
Que lo diga si no por estos días México y su proceso de cambios.
De los hechos
Es evidente que para los poderes extremistas norteamericanos el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no es un vecino agradable.
Los cambios internos y una política exterior progresista no caen bien entre los ultraderechistas del Norte.
En consecuencia, se hace claro que atacar y amenazar están en el arsenal oficial gringo con respecto a México y otros países incómodos en el Hemisferio.
Ahí están las recientes críticas norteamericanas a las transformaciones electorales mexicanas, y los pedidos de acciones militares contra México por congresistas de derecha bajo la manida acusación de tráfico de drogas, esencialmente del fentanilo, un derivado del opio que está haciendo estragos entre los muchos consumidores estadounidenses ante la inacción de sus autoridades de orden interior.