La Habana, Cuba. – La Revolución Bolivariana enfrenta este domingo la que quizás sea la prueba más dura de su existencia. no es tarea chiquita legitimar con una alta votación a una nueva Asamblea Constituyente convocada en medio de una verdadera Guerra No Convencional. Y es que el gobierno de Nicolás Maduro batalla contra la oposición, pero también contra la mismísima administración Trump que ya prepara sus Trompetas de Jericó.
Hace unos días, la Casa Blanca dijo que si había referendo constituyente, aplicaría sanciones contra Venezuela. La cosa se complica si a eso se suma la abierta actitud injerencista del secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, quien ha hecho lo imposible por jugar en la cancha de la derecha continental.
Quieren sepultar el legado político de Chávez y de paso asegurarse una buena fuente de petróleo.
Campaña desestabilizadora
Casi desde el triunfo electoral de Chávez, la Revolución Bolivariana ha tenido que remar a contracorriente, pero sobre todo en los últimos tres meses y medio.
Sobre el gobierno de Maduro se ha lanzado una tormenta que incluye acciones políticas, económicas y mediáticas, además de una feroz campaña de desestabilización a través del terrorismo callejero.
Con matices, y no podía ser de otro modo en este lado del planeta, lo que se conforma es un escenario similar al ya visto en Siria y Libia, naciones destrozadas por una guerra fratricida en la que intervienen potencias extranjeras, mercenarios y grupos paramilitares.
Por eso, este domingo es decisivo para el futuro de la Revolución Bolivariana que ha resistido un feroz embate de la derecha continental y ha llegado la hora de la verdad.