La Habana, Cuba. – Aquel 26 de Julio de 1953 estremeció la conciencia de los cubanos. A partir de esa fecha memorable, el gobierno del asesino Batista no tuvo calma y, junto a sus secuaces, no dormiría tranquilo ni tendría reposo ni descanso, porque sabía que ya estaba en marcha un movimiento revolucionario capaz de arrasar con la ignominia y derribar, con las armas en la mano, a ese desgobierno, el más sangriento y criminal de nuestra historia.

Las huestes de la Generación del Centenario, encabezadas por Fidel, no darían tregua. Muchas valiosas vidas de jóvenes revolucionarios se habían entregado ya a lo largo del siglo XX.

Aquel 26 de Julio fue una victoria del ideal de una juventud consciente y decidida a todo por conquistar la justicia y soberanía patrias. Aquel 26 de Julio fue antorcha de libertad.

El 26 de Julio de todos los cubanos

Fidel en La Historia me Absolverá escribió: Cuba,  qué  sería  de  ti  si  hubieras  dejado  morir  a  tu Apóstol, lo que explica sencillamente el sentido de aquel 26 de Julio: reivindicar el legado del Maestro.

El asalto a los cuarteles Moncada y Céspedes no alcanzó su objetivo militar, pero sembró en la conciencia de los cubanos, sobre todo de su juventud, la necesidad impostergable de alzarse con las armas en la mano contra el gobierno de Batista, el Hitler tropical de entonces.

Como dijo Fidel: Esto no constituye un mérito particular de los hombres que elaboraron una estrategia revolucionaria que a la larga resultó victoriosa, ellos recibieron la valiosa experiencia de nuestras luchas en el terreno militar y político.

En aquel 26 de Julio estaban todos los cubanos, de todas las generaciones.