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El baile, la danza es el arte unico del que nosotros mismos somos el material del que está hecho. Ted Shawn.
Durante dos fines de semana, la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba sirvió de sede a una nueva temporada del Ballet Nacional de Cuba, en esta ocasión dedicada al 20 aniversario de los Amigos Británicos del BNC.
Según menciona Viengsay Valdés, directora de la agrupación dancística “Todo comenzó en 2004, cuando los “British Friends” crearon, junto a entidades estatales cubanas, un pequeño salón para clases y ensayos que Alicia Alonso decidió nombrar “Anton Dolin”, notable bailarín, maestro y coreógrafo inglés, quien fue su primer Albrecht en Giselle y el que la preparó para debutar en el más célebre de sus personajes. Así se iniciaba una gran amistad.
El altruismo y la nobleza de los “amigos británicos” han propiciado que el repertorio del Ballet Nacional de Cuba se haya enriquecido con obras de coreógrafos de fama mundial.
Éstos han creado varias piezas especialmente para la compañía: Celeste, de la belga colombiana Annabelle López Ochoa, la primera de varias colaboraciones coreográficas cuyo estreno se produjo hace diez años, en 2014; Oscurio, también de López Ochoa (2016); Próspera, de Cathy Marston (2018); La hora novena, de Gemma Bond (2022) y Séptima Sinfonía de Uwe Scholz (2021).
Para festejar estos veinte años se concibió una temporada que incluyó la reposición de Celeste, y el estreno absoluto del ballet Lucile, del bailarín y coreógrafo danés Johan Kobborg. De esa forma se pudo disfrutar en un mismo programa de la primera y —hasta el momento actual— la última de las obras producidas con el concurso de los Amigos Británicos.
La inspiración para crear el ballet Celeste le llegó a la coreógrafa Annabelle López Ochoa tras escuchar el Concierto en Re Mayor, para violín y orquesta, Op. 35, de Piotr Ilich Chaikovsky. Soñó con Celeste, una estrella que brilla moldeada en las frágiles siluetas de tres bailarinas que danzan en un cielo oscurecido por la noche, representado por las viriles figuras de diez bailarines. Celeste se estrenó el 7 de marzo de 2014, en Sala Avellaneda, del Teatro Nacional de Cuba.
La segunda pieza, Lucile, coreografía de Johan Kobborg, con música de Jules Massenet y arreglos de Gavin Sutherland. La idea del ballet le surgió al coreógrafo en la década de 1990. Cuando aún era bailarín del Ballet Real Danés, sufrió una grave lesión en la espalda, que le impidió bailar casi un año. Él planteó que durante la rehabilitación, cuestionaba y dudaba de su futuro en el ballet, sin saber si alguna vez podría volver a los escenarios.
Un día, sentado en la sala de espera de un fisioterapeuta, los sentimientos, las dudas y el desvanecimiento de sus sueños se intensificaron al escuchar en la radio de la recepcionista, “El cisne”, de El carnaval de los animales, de Saint-Saëns, que Fokine utilizó en su ballet La muerte del cisne.
La obra trata sobre una joven y talentosa bailarina, que es elogiada después de su actuación. Entre el grupo reunido se encuentra un joven que siguió a regañadientes a su esposa al ballet. Aunque la actuación no le impresiona mucho, un breve momento compartido entre Lucile y él resulta inolvidable; una experiencia emocionante lejos de la atmósfera rígida de su matrimonio.
En los días siguientes, la esposa del joven cae gravemente enferma. En medio de su angustiante realidad, el joven no puede dejar de pensar en la hermosa bailarina y en su encuentro con ella. Atraído por la aparente emoción y el glamour del teatro, el joven asiste a las funciones solo, dejando a su esposa enferma postrada en casa. Como consecuencia de su entorno manipulador, Lucile ve una rara inocencia en el joven que la atrae, como si respirara aire fresco, pero Lucile, al igual que el joven, persigue sus propios sueños. Mientras su esposa empeora cada vez más, el joven inicia un apasionado romance con Lucile.
A medida que crece el amor del joven, su comprensión de la realidad y la fantasía se entremezclan. Confrontado por su esposa, el joven decide marcharse y perseguir su obsesión. Corre hacia Lucile. Por un breve momento, el joven se siente liberado al seguir su deseo, pero finalmente descubre que sus sentimientos no son correspondidos. Lucile se muestra distante y desdeñosa.
El joven se da cuenta de que no comparten el mismo sueño. Confundido por la desilusión y la culpa, el joven corre hacia su hogar, pero llega tarde: su esposa ha muerto. Presa de los remordimientos y la culpa, el joven queda devastado: al tratar de poseer lo inalcanzable, lo ha perdido todo.
Los papeles protagónicos en estas funciones fueron defendidos por las principales figuras de la compañía. Un reconocimiento especial merece la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” dirigida por Idalgel Marquettí, por el acompañamiento musical.
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