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Granma, Cuba. – Tanto Carlos Manuel de Céspedes, en Yara, como Fidel Castro, en Alegría de Pío, sufrieron derrotas a manos de las fuerzas a las que se enfrentaban por la libertad de Cuba.

No obstante, aquellos aciagos sucesos determinaron que ambos patriotas confesarán su certeza de que la unidad de los combatientes, el apoyo popular y la justeza de sus ideales forjarían un fuerte movimiento emancipador, porque el colonialismo y la tiranía son incompatibles con los anhelos de los cubanos.

Tras la sorpresa y dispersión de los revolucionarios del yate Granma, Fidel se abrazó con Raúl y otros jóvenes, en la finca La Esperanza, del discreto y eficiente colaborador Mongo Pérez.

El reencuentro del 18 de diciembre de 1956, marcó el principio del fin del batistato y será recordado hoy en la comunidad de Cinco Palmas, en las estribaciones de la Sierra Maestra.