La Habana, Cuba.-  Pocas entidades internacionales han tenido menos prestigio que la OEA.

La Organización de Estados Americanos, fundada en 1948 a la medida de Estados Unidos, tiene una historia que recoge toda la basura de 60 años de traición a los pueblos de América Latina, afirmaba Fidel en una de sus Reflexiones.

Y no se equivocaba, porque un repaso simple no deja dudas de que ha sido el Ministerio de Colonias Yanqui, un epíteto que le colgó Raúl Roa.

Una de las primeras decisiones de la flamante organización fue avalar la intervención en la Guatemala de Jacobo Árbenz, quien acababa de aprobar una Ley de Reforma Agraria.

Después aprobó la invasión de Estados Unidos a República Dominicana y fue cómplice de las agresiones a Granada y Panamá.

También la OEA viró la cara y miró para otro lado para evitar expulsar al Chile ensangrentado de Pinochet.

Al lado de Washington

Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Cuba el 3 de enero de 1962, y la OEA tardó apenas 28 días en aprobar una resolución que excluyó a la isla del sistema interamericano.

Ya se había pasado con fichas cuando quedó en silencio antes los bombardeos a las ciudades cubanas en los primeros años del triunfo revolucionario.

También eludió condenar la invasión de Playa Girón, ni siquiera cuando los mismos mercenarios inculparon públicamente a Estados Unidos.

Y a pesar del tiempo pasado, no es por antojo que Cuba siempre ha dicho que no volverá a una organización que estuvo más cerca de los cowboys que de los indios y que nos hará siempre recordar aquel estribillo guarachero y simpático de Carlos Puebla y sus Tradicionales: Cómo no me voy a reír de la OEA, si es una cosa tan fea.

 

Etiquetas: - -