De Sara González Gómez puede escribirse desde muchos ángulos y aristas.

No puede prescindir la trova cubana de su nombre, no solo porque haya sido excelente intérprete de canciones que marcaron y definen hoy nuestro proceso revolucionario, además de ser compositora, sino porque su voz, inconfundible, tiene la rara virtud de ser única: fuerte, melodiosa y comunicativa.

El hogar de Sara González, padre tabaquero y madre costurera, fue nido de amor y alto sentido de identidad nacional. También sus progenitores sentían especial atracción por la música y el baile.

De esa imbricación sencilla y acerada se forjó Sara, quien desde pequeña estuvo pegada a la radio y recibió sus primeras clases de guitarra, lo que sembraría en ella su predilección por la trova.

Su nombre es pueblo

El conocer a Silvio Rodríguez, Noel Nicola y Pablo Milanés fue para Sara González el resorte que hizo de su actitud musical su vida.

Si se quiere disfrutar de un bello disco, baste recordar el que dedicó Sara a los Versos Sencillos de Martí, además su primer trabajo discográfico. Con él, entraría en la Nueva Trova Cubana ese movimiento esencial en la música apegada a la Revolución.

En el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC se inscribió con letras de oro. Luego con la agrupación Guaicán, integrado por jóvenes profesionales emprendedores de una labor de investigación, Sara continuaría un trabajo de reafirmación de la mejor música cubana.

Canciones como Su nombre es pueblo y Girón, la victoria bastan para tener una visión eterna de una cantora excelsa que cumpliría 69 años.