Alicia Alonso fue fiel a su vocación de arraigar en su país el arte del ballet

El cubano es un pueblo afortunado en materia cultural. Por muchas razones.

¿Cómo explicar, si no, que el ballet (una expresión artística disfrutada apenas por sectores minoritarios de la población) se haya extendido al alcance de todos, mientras en la mayoría de los países asistir a una función es un lujo, por los precios exorbitantes que se cobran? No ha sido obra de un milagro.

Ha sido posible porque se han conjugado una Revolución capaz de promover el desarrollo cultural de la nación aun en las circunstancias más adversas, y el apasionamiento de una fundadora: Alicia Alonso, quien prefirió compartir su gloria no con un público exclusivo, sino con un pueblo.

El 28 de octubre de 1948 tuvo lugar en el teatro Auditorium (después “Amadeo Roldán”) la función inaugural del Ballet Alicia Alonso, primera agrupación danzaria profesional que existió en Cuba.

Simiente que fructificó

Alicia Alonso, virtuosa bailarina, aclamada en escenarios internacionales y especialmente en Estados Unidos, fue fiel a su vocación de arraigar en su país el arte del ballet.

Su anhelo iba más allá de la consagración a su talento personal y en 1955 el Ballet “Alicia Alonso” cambió su nombre por el de Ballet de Cuba.

Tras el triunfo de la Revolución fue Ballet Nacional de Cuba, una compañía que nos enorgullece y en 2018 fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación. Sus filas no se nutren con bailarines de otras nacionalidades como suele hacerse en el mundo. Son cubanos todos, egresados del sistema de la enseñanza artística.

Los fundadores de la escuela cubana de ballet: Alicia, Fernando y Alberto ya no están físicamente. Pero levantaron una obra sólida, que inspira a las actuales y futuras generaciones de bailarines cubanos.