Escultura de Antonio Gades en La Habana

Desde hace 12 años está recostada, muy erguida, junto a una de las columnas situadas en la habanera Plaza de la Catedral, una escultura en bronce, del gran bailarín español Antonio Gades.

Por su impronta, parece que en cualquier momento va a salir caminando o taconeando con su personal estilo.

La obra se realizó con gran maestría, por el artista santiaguero de la plástica José Villa Soberón, quien tiene en su haber otras como la del escritor Ernest Hemingway, en la barra del restaurante Floridita, en la unión de las calles Obispo y Monserrate, en La Habana Vieja.

También se le admira por la figura del Caballero de París, junto al Convento de San Francisco, o la Madre Teresa de Calcuta, en la cercanía de ese lugar.

Dignidad, respeto y cultura de un pueblo

En el poblado de Elda, perteneciente a la sureña ciudad española de Alicante, en noviembre de 1936, nació Antonio Esteve Ródenas, quien se convertiría en revolucionario y bailarín.

Su padre no estuvo presente el día de su nacimiento pues  luchaba en Madrid,  contra la dictadura de Francisco Franco.

Con solo 11 años el futuro bailarín Antonio Gades empezó a trabajar en una imprenta para ayudar al sustento familiar,  fue repartidor de frutas y trató de ser boxeador, torero y ciclista.

La coreógrafa y bailarina Pilar López descubrió sus cualidades y fue quien lo convenció de llamarse Antonio Gades; le enseñó a combinar la elegancia del ballet  con el garbo del flamenco, amar la literatura y le inculcó lo que es la dignidad, el respeto, la cultura de un pueblo.

La máxima aspiración artística

Antonio Gades vino a Cuba por primera vez en el año 1975, luego de disolver su compañía de baile, como acto de protesta por los fusilamientos promovidos por el régimen dictatorial de Franco.

El artista  dijo que estar en Cuba fue “su máxima aspiración durante muchos años” y que aquí se sentía como lo que era:”el hijo de un combatiente del Ejército Republicano, que ve realizado el sueño de su padre”.

La bailarina cubana Alicia Alonso lo convenció de seguir bailando, a lo que él respondió: “No es algo accidental que comience por aquí, sino porque siento un amor especial por Cuba”.

En el año 2004, recibió del Comandante en Jefe Fidel Castro la máxima condecoración que concede el Consejo de Estado, la Orden José Martí, por sus aportes a la cultura universal.