Una de las ganancias del tope beisbolero entre Cuba y Estados Unidos fue probar jugadores. Foto: Tomada de Cubadebate

La derrota por tercer año consecutivo en el tope amistoso de béisbol contra Estados Unidos no puede valorarse a la ligera ni desde posiciones extremas.

La pelota cubana sigue siendo una cantera de talentos y sigue siendo admirada y respetada por sus rivales, pero la época en que todos los torneos o eventos como este los ganábamos quedó atrás. Y es la primera verdad que debemos asumir con los lógicos cuestionamientos del presente y el futuro.

Lo experimentado en tierras norteñas (incluyo la Liga Can-Am) es la expresión de que necesitamos no solo alma, impulso y corazón para llevar adelante nuestro deporte nacional.

Eso siempre ha estado, pero los niveles de exigencia, preparación científica, materiales deportivos y capacidad de liderar procesos no son iguales en todos los territorios y por ahí comenzamos a perder los juegos sin tan siquiera haber conectado un hit o el abridor subir al box.

Revolucionar el béisbol

Una de las ganancias del  tope beisbolero entre Cuba y Estados Unidos fue probar jugadores, pero eso lo cumplieron en su totalidad los locales, pues en nuestra escuadra nos quedamos con ganas de ver a las jóvenes promesas Dayron Durán y Yosbel Zulueta.

Es cierto que la tensión por ganar se impuso en los partidos finales, no obstante una oportunidad pudieron tener.

En los años sin otro evento internacional de envergadura, quizás este match sirva para armar una selección sub-23 y probarla con otra que nunca sobrepasará los 21 años. Tal vez así serían más comprensibles las victorias y derrotas, en tanto estaríamos siendo consecuentes con el desarrollo de peloteros para un ciclo olímpico.

Para regresar a los podios internacionales no basta con que el béisbol esté todavía en el corazón de nuestro pueblo, se necesita revolucionar todo lo que debe ser revolucionado.

Fue un trabajo de Joel García