La Habana, 16 ago.- El 16 de agosto de 1925, en una casa del Vedado, tuvo lugar el congreso fundacional del primer Partido marxista-leninista de Cuba. Poco más de un centenar eran los comunistas en aquel entonces.

13 fueron delegados al Congreso y 17 invitados. De los 9 núcleos o agrupaciones comunistas existentes participaron 4, representando a La Habana, Guanabacoa, San Antonio de los Baños y Manzanillo.

Todos imbuidos de las ideas del marxismo-leninismo y de que el trabajo con las masas, entre los obreros, los campesinos, las mujeres y todo el pueblo, les llevaría a elevar la conciencia popular. Julio Antonio Mella y Carlos Baliño fueron los paladines de este hito de la historia política cubana.

Dos generaciones de revolucionarios

La creación del primer Partido Comunista de Cuba se hizo en un marco de ilegalidad, dado por el ascenso al poder del tirano Gerardo Machado. Era un momento de desarrollo y organización de la clase obrera y de constituciones imprescindibles, como la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CONOC).

Carlos Baliño y Julio Antonio Mella, representantes de 2 generaciones de revolucionarios, fueron los sostenedores de esa unión trascendente para la organización y la educación política de la clase obrera que significó la fundación del Partido Comunista.

El primero estuvo junto a Martí en la creación del Partido Revolucionario Cubano en 1892. Bajo la dirección de Mella anduvo el movimiento en pro de reformas universitarias y se instituyó la Universidad Popular José Martí.

Árbol frondoso

Durante el Congreso Nacional de Agrupaciones Comunistas, desarrollado en La Habana el 16 y 17 de agosto de 1925, tras intensos debates, se aprobaron los Estatutos de la organización.

Los delegados, como el resto de la membresía de las agrupaciones comunistas, eran hombres sin mucha teoría, con algunas confusiones e infinidad de interrogantes, pero de mucha conciencia revolucionaria.

Baliño, de credo socialista; Mella, todo fuego revolucionario, y un maestro, José Miguel Pérez, electo secretario general de aquel primer Partido Comunista de Cuba.

Ellos fueron los ejes de la empresa y continuadores del pensamiento martiano. Los años sucesivos fueron de clandestinidad y persecución. Se había sembrado la semilla de un árbol frondoso que fructificó en el actual relevo comunista.